La floración de más de un millón y medio de cerezos convierte este espacio en un paraíso teñido de blanco.
Una vez al año y por sólo unos días el Valle del Jerte ve como sus colinas aparecen nevadas de flores blancas. Cuando empiezan a desaparecer las nieves de las cumbres, otro blanco se extiende por sus laderas, el blanco puro y aromático de la flor del cerezo. Este milagro es uno de los mejores regalos que la naturaleza nos puede ofrecer cada año.
Pero no podemos olvidarnos de su vecino Valle de Ambroz, un lugar de contrastes, con montañas que superan los 2.000 metros y tienen nombre propio como el Pinajarro, el Valdeamor o El Camocho, y zonas de vega y dehesa a solo 500 metros de altitud. Con abundancia de agua, gargantas y ríos, la Garganta Ancha, el río Santihervás o el río Ambroz, que da nombre al valle.
Un fin de semana en familia, exclusivo singles con niños, y en contacto con la naturaleza.
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